REFERENCIAS


DE CARTELES
El Cartel en el mundo

Jacques Lacan

En Octubre de 1994 J.A.Miller nos advierte sobre una falta de entusiasmo en torno al Cartel. Nos lleva a la historia que arma contexto al "Acta de Fundación", cuando los estudiantes formaban esos grupos de trabajo universitarios oponiéndose a los cursos magistrales por reaccionarios. Estos GTU surgen con la pretensión de lo anti-autoritario. Así, el Cartel como uno de los pilares de la Escuela nos lleva tras la idea de formación de grupos chicos, reduciendo al líder, al mínimo. Define El Cartel, como una máquina anti- didactas, y La escuela como el organismo "que actúa a arrancarle el psicoanálisis a lo didactas"

Elegí este título porque quisiera expresar y clarificar un pensamiento que me taladra desde hace tiempo. Hay algo del cartel en el mundo que me preocupa. Es mi punto de partida. Me condujo más allá de donde pensaba ir.

Una falta de entusiasmo

En 1979, inventé, con Eric Laurent, el Catálogo de Carteles. Hoy, hay cinco Escuelas del Campo freudiano, hay cinco Catálogos, con la misma tapa y las mismas rúbricas. Está muy bien. Pero, ¿no hay allí demasiado formalismo? Yo siento, creo sentir en el mundo (puedo equivocarme, y , ciertamente me desmentirán, si no es aquí, allí) una cierta falta de entusiasmo por el cartel. No oigo jamás a colegas de otros lados hablar de sus carteles. No veo referencias al trabajo en el cartel. No percibo emoción cuando los colegas hablan del cartel.

Es un hecho que la tradición no es el cartel sino el curso magistral. En Argentina, donde la Universidad ha estado durante mucho tiempo amordazada y ha permanecido arcaica en sus métodos, se confluyó alrededor de maestros que dispensaban su enseñanza fuera de la Universidad, maestros que no lo eran por el diploma sino por el carisma. Esto también se transportó a España y a Brasil.

El más-uno del cartel, que es el líder funcional de un grupo mínimo, no satura la demanda de carisma. El más-uno es un líder, pero un líder modesto, un líder pobre. El agalma que lo soporta es no-denso. El está débilmente investido, lo favorece un carisma grado 4, mientras que en un país latino, pareciera, al menos, que se requiere un carisma de orden superior, la investidura masiva de un más-uno que sea también un orador. La exigencia de una mediación oral para tener acceso al escrito es de estructura, pero por poco que el escrito esté menos presente en la formación, esta mediación se vuelve un fin en sí misma, se convierte en una guía imaginaria. En síntesis, tengo muchas veces el sentimiento, cuando se evocan los carteles de otros lados, que aparece allí un cierto semblante, que hay un forzamiento, que es un poco falso.

No voy a quedar bien diciendo esto. No voy a quedar bien por allí, diciendo esto. Con lo que voy a decir ahora, no voy a quedar bien por aquí. Provoco. Es para que se me responda.

AI tratar de reflexionar, tanteando, sobre este malestar a propósito del cartel en el mundo, fui conducido a retornar a los orígenes del cartel, a hacer también un retorno sobre lo que nosotros, aquí, hemos hecho del cartel.

A los orígenes del cartel

El cartel, a diferencia del pase, es contemporáneo de la creación de la Escuela.

Tuvimos Jornadas sobre la Escuela y la experiencia del pase durante la disolución de la Escuela Freudiana de París, y en la E.C.F., sobre El concepto de Escuela y la experiencia del pase; no tuvimos jamás Jornadas sobre La Escuela y la experiencia del cartel. Sin embargo, por el hecho de que el cartel es contemporáneo de la creación de la Escuela, se puede suponer que es congruente con el concepto de Escuela y se puede uno preguntar en qué lo es.

Dos señalamientos preliminares:

El primero, es sobre la actualidad del pequeño grupo en 1964, en el momento en que Lacan creaba su primera Escuela. En esa época, la idea del trabajo en grupos chicos, de formación a partir del pequeño grupo, estaba a la orden del día en la Sorbona, gracias a los estudiantes de Letras, especialmente a su sindicato (sindicato de agitadores, no de gestores), la F.G.E.L. (Federación general de los estudiantes de letras), que habían promovido la necesidad de lo que ellos llamaban los G.T.U. (Grupos de trabajo universitario), invitando a los estudiantes a trabajar juntos, sobre una base igualitaria, sin los "profes", o con la menor cantidad posible de ellos, como modo de oponerse al curso magistral, práctica considerada reaccionaria. Había en esta proposición algo así como los prodromes del Mayo del á8'. la idea de una formación en grupos chicos en lugar del curso magistral, o al lado del curso magistral, participaba ya del movimiento anti-autoritario. El pro-cartel es anti-autoritario. lo hemos visto en 1979-1980, luego de la disolución de la E.F.P., que comenzó con una renovación del interés por los carteles.

El segundo señalamiento es que el cartel encarna una tesis de la teoría de grupos: a todo grupo le hace falta un líder, todo grupo tiene un líder. Esta tesis puede inscribirse según las fórmulas de la sexuación que corresponden al lado macho, del mismo modo que el pase respondería más bien a las fórmulas de la sexuación femenina la idea de Lacan con el cartel es, a la vez, que no sirve de nada negar el hecho del líder, pero se lo puede adelgazar en lugar de inflarlo; reducirlo al mínimo, hacer de él una función, lo más permutativa posible.

El trabajo de la escuela

Para esto retomo la frase con la que Lacan introduce el cartel en su "Acta de fundación": "Para la ejecución del trabajo, adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo".

Comentario. El cartel, que es este pequeño grupo, es un medio para ejecutar un trabajo. No es un fin en sí mismo. Sí, pero tampoco es exactamente un medio. Lacan dice más bien que es el medio, y no para ejecutar un trabajo, sino para ejecutar el trabajo -con el artículo definido.

Esta frase, si uno se detiene en ella, dice que el trabajo de la Escuela pasa por el cartel. Podría ejecutarse un trabajo de esta índole en seminarios, cursos, conferencias, Jornadas de estudio. Justamente, Lacan no dijo "Para la ejecución del trabajo adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en seminarios, cursos, conferencias, Jornadas de estudio". El dijo "Adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo".

El trabajo. ¿Qué trabajo? En el "Acta de fundación" de Lacan, la palabra trabajo se repite varias veces la encontramos en el segundo párrafo, en el tercero. En el cuarto párrafo, el autor habla de tarea, en el quinto, de la ejecución del trabajo, etc. Finaliza hablando de los trabajadores decididos. "El Acta de fundación" está bajo la égida del trabajo. Pero, ¿a qué llama Lacan el trabajo de la Escuela? Es "un trabajo que en el campo abierto por Freud restaure el filo cortante de su verdad, que devuelva a la praxis original que él instituyó el deber que le toca en nuestro mundo, que por medio de una crítica asidua denuncie las desviaciones y los compromisos...", etc. Dicho de otro modo, la exigencia ética, epistemológica, alética, praxeológica, que lacan dió a oír se supone debe cumplirse por un trabajo, que es el trabajo de la Escuela, y este trabajo pasa por el cartel, no por el seminario, la conferencia, el curso.

Cartel y pase

¿Por qué el cartel es para Lacan congruente con el trabajo de la Escuela, tanto en su más íntima como en su más alta exigencia?

Podemos responder esta pregunta.

Para responder, hay que preguntarse primero: ¿qué es lo que ha comprometido la verdad del psicoanálisis y desviado las prácticas? Conocemos la respuesta de Lacan, al menos en su vertiente institucional: la encontramos desarrollada en "Situación del psicoanálisis en 1956". El malo de la historia es la beatitud, es el didacta. En efecto, el cartel, tal como lo plantea lacan en su "Acta de fundación", es una máquina de guerra contra el didacta y su pandilla -según la expresión usada por Lacan en otro lado.

Esto pone bien de manifiesto el parentesco del cartel y del pase. El pase, como el cartel es, desde el punto de vista institucional, una máquina anti-didactas. La Escuela, con su cartel y su pase, es un organismo que apunta a arrancarle el psicoanálisis a los didactas. Aparentemente, esto tiende siempre a reformarse, porque Lacan fue conducido a disolver esta Escuela por las mismas razones que lo habían llevado a fundarla. El pase tiene como resultado institucional evidente que la nominación de los A.E. escape a los didactas. El cartel tendía, en la idea de Lacan, a que los miembros de base, incitados a entrar en la organización circular de la Escuela, también escaparan a la empresa de los didactas.

Lacan agrega en el Acta: "Esto no implica, en modo alguno, una jerarquía cabeza abajo". Hay que reconocer allí una denegación. Es, al menos, poner al didacta patas para arriba. Si no es una jerarquía puesta al revés, sino más bien una organización circular, ésta está marcada desde el ángulo de una cierta igualdad. En el sistema de los carteles, nadie es mejor que el otro. La ideología del cartel tiene un costadito nivelador. Y, de hecho, Lacan estuvo acompañado en todas sus iniciativas, por una Fronda [**] de notables, que comenzó con la fundación, continuó en el momento de la "Proposición" sobre el pase y concluyó con la disolución de la primera Escuela.

El plan Lacan

Si captamos que, en la intención de Lacan, el trabajo de la Escuela pasaba por el cartel -y no el seminario, la conferencia, etc.-, se comprende entonces la función de las Secciones de la Escuela. Lacan había previsto tres secciones que eran otros tantos reagrupamientos de carteles.

Este plan de Escuela, el Plan Lacan, no se realizó jamás. Según este plan, el trabajo de la Escuela se ejecuta por carteles. Si hay cursos, seminarios, conferencias, esto se hace por fuera de la Escuela. Por otro lado, el Seminario de Lacan era fuera de la Escuela. El "Acta de fundación" dice que lo propio de la Escuela, en su relación con la verdad, es el trabajo llevado a cabo por carteles.

La cuestión podría ser de actualidad. Bastaría decidirlo. Esto supondría interrogarse para saber por qué el Plan Lacan no se realizó nunca. ¿Porque era irrealizable? ¿Porque no se puede inhibir el crecimiento de los carismas ni la demanda de carisma? ¿Hay que realizar ese plan? ¿O sería un fundamentalismo del cartel? ¿Hay que modificar en algo la definición del cartel, o la práctica del cartel, para realizar el Plan Lacan? -como, después de todo, hubo que completar la "Proposición" del pase para renovarlo.

Me dicen que hay algo de incertidumbre en lo que se refiere a los carteles. Si es el caso, hay que elegir: seguir el envión con el que veníamos o hacer el esfuerzo de pensar nuevamente.

(Lo que sigue es un resumen de las respuestas de Jacques-Alain Miller al público)

La cuestión que queda planteada por el Plan Lacan es la siguiente: ¿Queremos, si o no, que la Escuela esté aparte? La idea inicial es la de una Escuela aparte, y que por esto mismo pueda responder a la pregunta que le plantea o debería plantearle la sociedad, o incluso el Estado: aquella de la calificación del psicoanalista. ¿De qué manera queremos estar aparte? ¿O no queremos estar aparte? ¿Cómo darle a la Escuela el máximo de intensidad? ¿Es importante lo que funciona con éxito en otros lugares?

¿O, por el contrario, yendo al tope de nuestra especificidad, tal como Lacan la dibuja aquí?

¿Asumiéndola y trabajándola? ¿La Escuela va a devenir la escuela de las A.C.F.? ¿El conjunto de las A.C.F.? ¿O quedará como su "más uno"? Esto supone reinventar su diferencia. El pase pone ya a la Escuela aparte. El cartel, ¿puede también hacerlo? ¿O él está definitivamente banalizado?

Descargar texto en PDF

Texto establecido en francés por Catherine Bonningue. Versión no corregida por el autor.
Traductor: Graciela Esperanza
Revisión: Beatriz Udenio

NOTAS
* Intervención de Jacques Alain Miller en la jornada de Carteles de la E. C -F, el 8 de octubre de 1994.
** Fronde en Francés: tiene varios significados Tomaremos aquel que se refiere al nombre con el que se conocen las guerras civiles que se desarrollaron en Francia de 1648 a 1653. Empezaron siendo luchas de partido para terminar siendo una guerra de personalidades.