4 Más uno

NUEVA SERIE #3

Más-Una

Gabriela Grinbaum

No es una investigación.

Es una serie de citas random que encontré.

La búsqueda: el más-uno.

No fui a google por supuesto, hubiese aparecido cualquier cosa.

Fui a mi biblioteca.

Primero al tomo maravilloso y siempre salvador del Índice por tema de El Caldero de la Escuela que hizo en el 2001 Silvia Baudini con un amplio equipo.

Luego a la colección Más Uno, de la que formé parte junto a Nieves Soria en el 96 y 97.

Entonces subrayé:

En el “Acto de fundación” de la EFP en 1964 Lacan escribe que el cartel estará formado, de tres a cinco personas “Más-Una encargada de la selección, de la discusión y del destino que se reservará al trabajo de cada uno”[1].

Y Más-Una está escrito en mayúsculas.

Es el anudamiento del nudo. Porque justamente lo dice en el debate del 75, el más-uno le da al cartel una estructura borromea. Alcanza que uno se vaya para que todos queden sueltos.

Anuda no sólo el trabajo de los miembros del cartel sino también anuda el cartel a la Escuela.

De ahí la función de gozne a la que se refería Gerardo Battista.

Cuando Lacan dice que el más-uno es responsable del destino que se reservará al trabajo de cada uno se refiere no al interior del cartel sino a su apertura al exterior por medio de una exposición o una publicación.

El más-uno tiene a su cargo la dirección en una organización circular, es decir, no jerárquica del funcionamiento.

Dice Jaques-Alain Miller: “El más-uno del cartel, que es el líder funcional de un grupo mínimo, no satura la demanda de carisma. El más-uno es un líder, pero un líder modesto, un líder pobre. El agalma que lo soporta es no-denso”. Y sigue más adelante: “El cartel encarna una tesis de la teoría de grupos, todo grupo tiene un líder […] no sirve de nada negar el hecho del líder, pero se lo puede adelgazar en lugar de inflarlo; reducirlo al mínimo, hacer de él una función lo más permutativa posible”[2].

La idea es realmente extraordinaria.

Lo vuelvo a leer y lo vuelvo a leer:

“Vayan. Júntense varios, péguense unos a otros el tiempo que haga falta para hacer algo y disuélvanse después para hacer otra cosa”[3].

La idea de que solo dura un rato antes de quedar tan pegado que ya no pueda salir es clave.

Es clave contra la tendencia neurotizante del pegoteo.

Con la misma clave que hay que leer la Escuela.

Cito a Javier Aramburu: “Hay pues una secuencia: pegarse para trabajar -producto de cada uno- despegue. El producto es de cada uno pero para el conjunto. El vínculo social con los otros hace posible el trabajo común, pero no colectivo, el más uno provoca la elaboración, el producto de cada uno es puesto a cielo abierto para la comunidad analítica”[4].

Y me interesa este punto: “Habrá críticas. Sino, saber acabado, suficiencia didáctica antes que enseñanza”.[5] Que en psicoanálisis no es de sujeto a sujeto sino por la vía de la transferencia de trabajo.

En “Decolaje…” Lacan dice: “La conjunción de los cuatro se efectúa en torno de un Más-Uno que, si bien es cualquiera, debe ser alguien”[6].

No tiene que ser elegido dentro de cierta casta. Pero cualquiera como lo dice Lacan en el debate del 75 no es lo mismo que incompetente. Entiendo que hay algo de la docta ignorancia, pero tampoco se trata de alguien que no entiende nada.

Dice Marina Recalde: “Fuerza a cada quien a situarse en posición analizante. No me refiero al dispositivo analítico como tal, sino a esa posición que implica dividirse y renunciar a cierta infatuación a la que a veces nos vemos convocados”[7].

Hacemos carteles, muchos, muchísimos.

No nos acordamos.

Como ocurre en un análisis. Con suerte alguna interpretación inolvidable.

Lo que no quiere decir que haya habido otras que produjeron sus efectos sin que tengamos la menor idea de qué sucedió.

Pero lo que es seguro es que algo queda en cada una de esas experiencias.

Llegué al cartel luego de dos pasajes por el GEM, Grupo de la Escuela en movimiento.

Uno fue en la previa con un grupo de jóvenes entusiastas para trabajar los textos institucionales.

Otro no bien fundada la EOL sobre las salidas de análisis de los historiales freudianos.

Año 95. Me llama Karina Millas: “¿hacemos un cartel?”. Y nos reunió a Gaby Basz, Raquel Vargas y yo. Sabía del cartel por el trabajo en el GEM. Pero no terminaba de entender de qué se trataría. Elegimos nuestra más-uno. Frida Nemirovsky.

Fui la encargada de llamarla.

“Me encanta”, dijo Frida.

Viernes por medio durante dos años nos encontrábamos en su consultorio de Coronel Díaz.

Había pensamientos propios.

Había mucha alegría en los encuentros.

Había ceniceros colmados de colillas.

Había lazo social que no hacía masa.

Había por sobre todo gran respeto por las ideas, las preguntas, las ocurrencias a veces delirantes y rebeldes que teníamos.

La más-uno se reía mucho, con un vozarrón que aún recuerdo.

Por mi parte sentía que ella sabía mucho más de lo que decía que sabía.

Demasiadas veces respondía “no tengo la menor idea”, y se reía.

Lo que nos empujaba a cada una a dignificar lo no sabido y avanzar en la producción.

Si a eso puedo llamar “efecto de formación”, lo que se concluyó como “mutación subjetiva”. No sé…

En verdad no sé bien qué quiere decir eso.

Prefiero lo que Lacan nombró “rectificación subjetiva” en “La dirección de la cura…”.

La rectificación de las relaciones del sujeto con lo real.

La rectificación en tanto poner algo a punto.

La rectificación en tanto ir contra los ideales y poner en marcha la causa.

Si llevé al análisis algo de eso y entonces hubo mutación subjetiva, no lo sé.

Sé que al cabo de los dos años cada una presentó algo en diferentes espacios o publicaciones.

Sé que me costó despegarme.

Y sé que estuvo bien que así sucediera.

Cito a Beatriz Udenio: “La experiencia del cártel permite cierto reconocimiento: del S1 que cada uno ha elegido, del rasgo que cada uno sostiene en su recorrido que verá como reencuentro al final del mismo. El agujero que sostiene la experiencia es lo que puede volverse irresistible y provocar el empuje a querer ir al encuentro de algo más”[8].

Frida, Una Más-Una, que hizo uso de lo femenino para su función.

Me gusta entonces hablar de la Más-Una como decimos No-Toda.

Porque es desde ahí que descompleta y da lugar al agujero que conduce del no saber a la curiosidad que no aplasta.

NOTAS

  1. Lacan, J. (1964) “Acto de fundación”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 248.
  2. Miller, J.-A. (1994) “El cartel en el mundo”, disponible en: https://cuatromasunoeol.com/sv/referencias.el-cartel-en-el-mundo
  3. Lacan, J. (1980) “El Señor A.”, Escansión, nueva serie, n. 1. Buenos Aires, Fundación del Campo Freudiano, Manantial, p. 26.
  4. Aramburu, J. (2000) “Los carteles y la escuela”, El Caldero de la Escuela, n. 76, Buenos Aires, EOL, p. 8.
  5. Ibid.
  6. Lacan, J. (1980) “Decolaje o despegue de la Escuela”, Escansión, nueva serie, n. 1. Buenos Aires, Fundación del Campo Freudiano, Manantial, p. 24.
  7. Recalde, M. (2018) “El cartel, aún”, publicada en este mismo número de la 4+1 en la Sección “Textos de orientación”.
  8. Udenio, B. (2003) “«Te deseo aunque no lo sepa» una buena fórmula para el cartel”, Virtualia, n. 7, Buenos Aires, EOL, disponible en: https://revistavirtualia.com/articulos/692/dossier-carteles/te-deseo-aunque-no-lo-sepa-una-buena-formula-para-el-cartel