Secretaría de Carteles: ¿Cómo aproximar el cartel a la universidad sin perder la perspectiva de que trabajar en un cartel es estar en la Escuela?
Fabián Naparstek: Lo primero y central, siempre como perspectiva, es generar transferencia, me parece el lazo básico para cualquier proyecto que uno quiera ponerse en perspectiva hacia adelante. Uno podría partir de que el discurso universitario favorece algo de eso porque produce el sujeto dividido, pero, a mi gusto, no es algo que se de per [1] se, no es que por estar en el discurso universitario se va a producir. Si eso se da, hay un primer paso ganado, que es tener ese sujeto dividido, yo lo entiendo como alguien que fue tocado de alguna manera por el psicoanálisis, para decirlo en términos concretos, o se encuentra, o se ve representado en algo que dice Freud o que dice Lacan, o se encuentra a sí mismo como sujeto en el texto que está leyendo o algo del texto lo interpreta. Eso es central como primer paso a cualquier perspectiva que uno quiera pensar respecto del psicoanálisis y los estudiantes. Si no está eso no veo ninguna perspectiva de nada, eso depende de la época, que no es el mismo sujeto hoy que hace 10 o 20 años atrás, y que, para generar esa transferencia hay que hablarles a esos estudiantes, hay que tener la perspectiva de con qué estudiantes contamos y cómo hablarles, me parece central.
A partir de encontrar eso hay posibilidades de hacer proyectos diversos, entre ellos, el cartel, si contamos con un sujeto dividido, siempre va a ser una buena propuesta porque, finalmente, lo que le estamos proponiendo es que tomen la palabra ellos y produzcan un saber, eso es lo que hace un sujeto dividido, es decir, en el extremo, ¿qué es producir un sujeto dividido? Es el que pide un análisis, muchas veces eso sucede a partir del encuentro con los textos, con un docente, con el psicoanálisis en tanto tal, alguien termina pidiendo un análisis y empieza a hacer una inmersión en el psicoanálisis. Y el cartel, me parece en ese sentido, privilegiado, porque vos le estás dando la palabra al sujeto dividido, que es lo que busca un sujeto dividido.
S.C.: ¿Considera que la propuesta de trabajo en carteles puede ser incluida en una experiencia universitaria? ¿Qué punto de contacto y/o exclusión subrayaría entre la investigación de un rasgo de cartel y la investigación académica?
FN: Yo suelo pensar que es siempre mejor diferenciar ese tipo de trabajos de investigación académica de lo que es un trabajo en un cartel, de hecho, hay muchas referencias de Lacan respecto de la investigación, está el famoso “yo no busco, encuentro”, con el cual hay un cambio en Lacan al final de su enseñanza, especialmente en el comienzo de El seminario 23 El sinthome[2], donde él se la pasa buscando. Cuando en El seminario 11[3], él plantea “yo no busco” les habla a los investigadores. El problema de los investigadores, en el sentido de la investigación en el discurso universitario es que, si encuentran, se les acaba la investigación, es decir que, para seguir buscando, no hay que encontrar, es evidente. Es decir que su tarea se sostiene siempre y cuando no encuentran. Ahí, yo creo, que hace una crítica a ese tipo de investigación.
En el último Lacan se la pasa buscando, él además dice ese término en francés de estar dando vueltas chercher/circare[4], es decir que es un Lacan que no va linealmente hacia algo, sino que se la pasa dando vueltas. Me parece que ya apunta a otra cuestión que
tiene que ver con la posición analítica, no se encuentra el todo, ni la última palabra, menos la Cosa, etc..
Yo tiendo a pensar que conviene separar lo que es propiamente una investigación universitaria, que tiene otra lógica, de hecho, esa investigación universitaria, tal cual está planteada, en el centro tiene una burocracia infernal que aplasta cualquier proyecto que se investigue. Ahí lo que importa es demostrar, entre otras cosas, si uno participó en congresos, si uno publicó artículos, si las revistas donde publicó son indexadas o no son indexadas, si tienen o no referatos, etc. Lo que uno trabaja en un cartel, lo único que importa, finalmente, es el saber expuesto, es decir, que los integrantes del cartel puedan tener, en algún momento, en una jornada de carteles o en donde sea, plantear un avance de lo que han investigado dentro del cartel, lo que han trabajado y a nombre propio también. Eso nuevamente vuelve a la cuestión del sujeto, salir de un lugar anónimo y lo que se encuentra a nombre propio.
S.C.:¿Cuál es el interés de los estudiantes en el psicoanálisis? ¿Ha cambiado en los últimos años? ¿Qué acciones considera de importancia que la escuela puede llevar a cabo para acercar a las nuevas generaciones al psicoanálisis? ¿Podría contarnos alguna experiencia que considere valiosa?
FN: Hay que medir cuál es el partenaire estudiante que tenemos en la actualidad y en cada momento, que no es el mismo y que tiene que ver con coyunturas locales propias y coyunturas de la época. Es evidente que la época no empuja a lo que empuja el psicoanálisis, de hecho, la posición de Lacan siempre fue de hacer el envés a la época y hay que ver cómo nos paramos dentro de la universidad para producir algo de ese envés, que es, no tanto lo revolucionario, sino como lo subversivo del psicoanálisis, poder transmitir ese aspecto subversivo en cada momento. Nosotros hemos hecho jornadas anuales de las dos cátedras que tenemos y en las cuales nosotros convocamos a los estudiantes con trabajos que ellos producen a presentar dentro de esas mismas jornadas, es decir, a hablar a nombre propio, en ese caso me parece que estamos apuntando, por un lado, a darle la palabra a los estudiantes, a producir algo a partir de lo que les fue transmitido del psicoanálisis y que puedan tener una experiencia de escritura singular. Eso, me parece que favorece el trabajo de lo que nosotros entendemos como cartel, pero tengo la idea de que una vez que los estudiantes conocen y tienen idea de la experiencia del cartel, eso tiene que pasar a la Escuela, ya eso es trabajo de Escuela. Una vez que ya salieron de la universidad, aunque permanezcan, conviene que eso quede en el marco de la Escuela. Pienso actividades donde se los haga tomar la palabra a los estudiantes, se los haga producir un saber, aunque sea mínimo, para empujar ese lazo con el saber que implica la producción de un sujeto singular respecto de un saber.
Entiendo que, en general, mi perspectiva sigue la orientación lacaniana, tanto en la Escuela como en la facultad. Entiendo que Miller, entre otras cosas, ha hecho un esfuerzo enorme de actualizar el psicoanálisis a los tiempos que corren, en eso Miller es muy lacaniano. Los cambios en la enseñanza de Lacan, lo entiendo a partir de Miller, pueden responder a cuestiones, como lo dice Miller: “de un Lacan contra Lacan”, pero que están entramados directamente con la época, que la última enseñanza no se entiende si no se ubica que hay un cambio en Lacan a partir de la época misma.
No me parece la misma perspectiva que Freud, los cambios de Lacan no tienen la misma posición que cuando Freud, por ejemplo, se agarra de la cabeza y dice que lo que él dijo de la angustia no era como él pensaba y ahora es así. Es lo que Miller, siguiéndolo a Lacan, llama “el solipsismo de Freud”, me parece que el solipsismo de Freud, por supuesto, Freud inaugurando el psicoanálisis, no tenía un partenaire, cuando Miller indica claramente, el solipsismo de Freud. Lacan arma la cosa en términos de parejas, eso tiene consecuencias y, entiendo que la ultimísima enseñanza de Lacan responde, entre otras cosas, a cambios de la época, que además él ya ve en perspectiva y lo anuncia, y que además lo encuentra en la clínica. En ese sentido me parece que la orientación lacaniana supone un “up today” constante. Si algo he aprendido con Miller es que hay que recalcular a cada momento. Yo eso lo tengo puesto en el programa, en la presentación de la materia, en la introducción pongo que vamos a intentar hacer una cátedra que se actualice permanentemente como si fuese un antivirus, es decir que tiene que actualizarse de lo que va aconteciendo y eso es una enseñanza de la orientación lacaniana de Miller. Nuestro estar a la altura de la época supone la orientación lacaniana.
La facultad en un muy buen lugar para pensar la época, no cabe la menor duda que es un lugar, por lo menos en mi propia experiencia, donde pesco cosas que, en otro lugar, no. Por supuesto que hay otros lugares, la clínica con adolescentes muestra mucho estas cuestiones, pero hablar con esos jóvenes, las preguntas que hacen y darles la palabra, sorprende sobremanera. Hay que decir que uno siempre está un paso atrás, porque la definición de “época” no es fácil. La experiencia me muestra que la época irrumpe cuando yo me encuentro un paso atrás, cuando aparece algo que no tengo la menor idea y yo estoy un paso atrás, eso es la experiencia. Igual no estaría mal tener que definir qué es la época, más allá de cada época, cuando decimos época, ¿a qué nos referimos? No es fácil, por eso, a veces, ciertas investigaciones de algunos colegas que hacen una tesis de maestría y toman la cuestión de la época, les planteo que decir “la época” es algo un poco impreciso para una tesis. La “época” no se agarra del todo con la mano, pero en la experiencia, yo me encuentro con la época en esos puntos. Hace un tiempito hablaba con mi hija sobre el término ghostear, que se ha impuesto. Entonces yo le digo: “¿para qué inventan eso?, es lo mismo que «ningunear»”, y me dice: “No, de ninguna manera, ghostear es cuando uno no tiene respuesta para el otro, no es una acción premeditada para dejar al otro al costado, sino que uno lo ghostea porque no tiene respuesta”. Es una sutileza, después se usa como se usa, pero lo que digo es que yo estoy un paso atrás, y ahí, encuentro la época.
S.C.:¿Qué considera que convoca a los graduados a continuar su formación en la orientación lacaniana?
FN: Es lo que decía al comienzo, es la transferencia. Y que, eso creo que es un problema nuestro, no un problema de lo que viene de afuera, si nosotros, los que estamos en la universidad respetamos la cuestión de la transferencia, me parece que eso es crucial, que nosotros apuntemos a eso en el trabajo que hacemos, haciendo el trabajo de la mejor manera posible dentro del discurso universitario, porque estamos para eso y somos contratados para eso y no me parece que sea incompatible pero, en ese marco, cómo sostenemos la cuestión de la transferencia. Además, es totalmente justificable en términos de educación, no cabe duda de que, por ejemplo, un estudiante secundario, si tiene transferencia con su docente, va a aprender mucho más que si no la tiene. Un problema para el discurso de la educación es el desfasaje que hay entre el docente y los estudiantes, el desfasaje generacional, etc. Es decir, cómo generar un lazo de transferencia para que se pueda hacer una transmisión, que es crucial, no solamente para el psicoanálisis, sino también en el campo de la educación en general.
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