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NUEVA SERIE #4

Cartelizarse: trazas de una experiencia de formación

Cecilia B. Gomez

Cuando escribo encuentro algo. Es un hecho, al menos para mí. Eso no quiere decir
que si no escribiera no encontraría nada. Pero en fin, quizá no medaría cuenta

Jacques Lacan[1]

La propuesta de escribir al ras de la experiencia sobre el dispositivo del cartel me permitió encontrar, al modo de piezas sueltas, de mojones que han ido surcando el camino, las trazas que el cartel continúa dejando en mi formación como practicante.

Acerca de cómo comenzar

No podría decir que hay un modo. Aquello que nos lleva a cartelizarnos puede tomar una forma distinta cada vez, como efecto del momento de la formación en el que nos encontremos. Hace más de diez años atrás, llegaba por primera vez a integrar un cartel a partir de una pregunta. Tiempo que coincidió con el inicio de mi práctica y con mi acercamiento al Instituto Oscar Masotta, devenido encuentro con algunos otros dispuestos a poner en forma sus interrogantes. Dejarme habitar por una pregunta, hacer lugar a un no saber y ponerlo a conversar fue lo que me permitió sumergirme en el dispositivo sin conocer sobre su funcionamiento ni qué podría encontrar allí. De entrada, formar parte de un cartel posibilitó un modo de hacer con la soledad y la angustia del practicante. En aquel momento, el más-uno fue propuesto como efecto de la transferencia a un rasgo, la práctica analítica, y la inscripción del cartel en la Escuela respondió a la decisión de alojar nuestra propia práctica en el dispositivo. Del no saber a la episteme y de esta a la clínica, no sin su hiancia, fue la torsión producida en aquella primera experiencia.

Sobre los usos del cartel

Hubo y hay diferentes modos de llegada a un cartel. En otro momento de mi formación, fueron los rodeos en torno al deseo del analista y su devenir en acto lo que me llevó a integrar un cartel sobre los fundamentos del psicoanálisis. Entonces, una nueva torsión me deslizó de la clínica a la política. Mi pertenencia a la Delegación La Rioja del IOM2, en conversación permanente con otros colegas sobre los asuntos que nos conciernen como practicantes, han dado el marco propicio para dirigir mis inquietudes al cartel como dispositivo de Escuela, encontrando así una lógica de la vecindad entre Instituto y Escuela que no anula sus diferencias ni tensiones.

Si bien los caminos que nos conducen a un cartel pueden ser distintos: una pregunta, un tema de investigación, las incomodidades con la gestión, el intento de dilucidar algo de la política del psicoanálisis, el punto de partida está íntimamente ligado al momento de la formación, por lo cual el cartel permite alojar la relación del practicante con el psicoanálisis cada vez.

Destaco dos cualidades del cartel que, a mi criterio, lo distinguen de otros modos de investigar más propios del discurso universitario. Por un lado, la novedad. Hay el encuentro con algo nuevo del dispositivo mismo cada vez que nos disponemos al trabajo en un cartel, así como lo que allí se elabora es un saber nuevo. Por otro lado, la versatilidad. Los caminos y usos son variables. Recientemente, hemos inscripto un cartel interprovincial integrado por colegas de La Rioja y San Juan rumbo al próximo Congreso de la AMP, "Todo el mundo es loco", y me serví para ello de la herramienta virtual llamada "Busca cartel".

Los impasses

El cartel no se me ha presentado como un lugar de garantía. Participé en algunos intentos fallidos de constituir un cartel, sin habernos encontrado en la posición de trabajadores decididos que Lacan propuso para su Escuela. Reunirse en torno a un tema de interés común no siempre devino en un trabajo colectivo de elaboración. Tampoco la inscripción de un cartel produce por sí misma un efecto de formación que devenga en mutación subjetiva para quienes lo integran. Eso sólo puede verificarse a posteriori, y uno por uno. Podría suceder que el cartel sucumba al ideal, cuando la producción individual que se espera de los cartelizantes se establece como un único modo de concluir el tiempo de trabajo colectivo. Encuentro una distancia óptima entre la posibilidad que brinda el cartel de alojar lo singular, y la exigencia de alcanzar un producto individual cuyo destino podrían ser las Jornadas Nacionales de Carteles. Mi andar en el dispositivo no siempre ha devenido en producto escrito, sin embargo, ha echado a rodar el deseo de formación cada vez y ha puesto en forma mi relación con el psicoanálisis y con los psicoanalistas.

Lo político del cartel

Actualmente formo parte de un cartel sobre política lacaniana y elaboro aquello que hace de un cartel un dispositivo de Escuela, pudiendo localizar algunas mutaciones subjetivas en mi recorrido como cartelizante. Me interesa subrayar lo que hasta aquí he despejado como la lógica propia del cartel: la tensión entre lo singular y lo colectivo, que permite poner a punto el deseo del analista en su máxima diferencia. No se llega al cartel por el saber sino por el rasgón, ese desgarro en el saber que engancha, que causa. El cartel se vuelve entonces un llamado al trabajo y supone al decir de Miller "hacer de tal manera que cada uno entre con un rasgo propio, puesto en valor como tal"[2]. Ubico allí un lugar para lo singular, bajo la forma de la enunciación propia que cada cartelizante soporta y encarna. Cernir un rasgo es un punto de partida para ponerse a hablar alrededor de lo que hace pregunta, incomoda, no se sabe, y provoca la elaboración lanzando a un trabajo no sin otros, pero de cada uno.

El cartel puede constituir un lugar para el lazo y la inmersión en la Escuela, donde miembros y no miembros participamos de la conversación sobre el psicoanálisis y hacemos política de Escuela si nos atrevemos a no ceder la propia voz en el conjunto, de manera que lo singular no quede absorbido en lo colectivo. Al decir de Tarrab[3], es un modo de preservar lo analítico en lo institucional y, en mi experiencia, es lo que en un cartel responde por la política del psicoanálisis y su porvenir. La formación conlleva un real y en un cartel cada uno puede encontrar su modo de habitar esa imposible identificación del analista que está en el fundamento de nuestra Escuela.

NOTAS

  1. Lacan, J. [1971-72] El Seminario, Libro 19, …o peor. Bs. As., Paidós, 2021, p. 25.
  2. Miller, J.-A. (1986) "Cinco variaciones sobre el tema de la «elaboración provocada»", Revista virtual de Carteles, La 4+1. Bs. As., EOL, en: https://cuatromasunoeol.com/sv/referencias.cinco-variaciones-sobre-el-tema
  3. Tarrab, M. (2023) "Tres para el psicoanálisis: cartel, Escuela y pase", Revista Virtual de Carteles La 4+1, nueva serie, n. 3. Bs. As., EOL, en: https://www.cuatromasunoeol.com/edicion/003.textos-de-orientacion.mauricio-tarrab