Reunión Nacional de Carteles "Travesías y escollos del Cartel"
Raúl Vera Barros
Estar en un cartel es ya una primera manera de estar en la Escuela.
Pero ¿qué condiciones tiene para ello?, ¿cómo nos sitúa en la Escuela el participar en un cartel, incluso presentar estados de trabajo o productos concluidos de su elaboración?
Por mi parte me acerco a estas cuestiones, esta vez, por el sesgo del tiempo.
Introduzco el tema diciendo: el tiempo del cartel, de cada cartel, puede ser visto como un escollo, pero también puede darnos pistas de la travesía.
Me refiero en primer lugar al tiempo de la permutación.
Al fundar la Escuela Francesa de Psicoanálisis, el 21 de junio de 1964, Lacan proponía como modo de entrada a la misma, colectivo y no individual, pequeños grupos de elaboración, los carteles, y aclaraba "Tras un cierto tiempo de funcionamiento, a los integrantes de un grupo se le propondrá intercambiarse con los de otro"1. El 11 de marzo de 1980, habiendo disuelto esa Escuela y lanzando la Causa Freudiana, dice: "…restauro en su favor el órgano de base tomado de la fundación de la Escuela, o sea el cartel, cuya formalización, tomando la experiencia, afino", y entre las precisiones indica: "para prevenir el efecto de pegoteo, permutación debe hacerse, en el término fijado de un año, dos como máximo"2.
Inscribir un cartel, sin lo cual ese conjunto de personas no es un dispositivo como el que concibió Lacan, no es sin, al mismo tiempo, inscribirlo en un tiempo muy especial, y con un límite: un año, dos como máximo, y a disolverse, formar otro.
El escollo que aquí aparece claramente es el de la identificación uniformizante o, como lo llamaba Lacan, el pegoteo, al que propone tratar en los carteles, no sólo por la elección de rasgo propio para el trabajo y la función del más-uno, sino también por disolverlos periódicamente para formar otros nuevos con distinta composición.
Eso nos lleva a un segundo modo de hablar del tiempo del cartel.
Aquí me quiero referir al tiempo de la vida como comúnmente hablamos de él: por ejemplo, lo joven, lo maduro…
El cartel, esto es lo que propongo en este punto, no envejece.
Tal vez sí madura cuando da sus frutos, los productos de cada uno, pero no envejece en la medida que permuta. Esta no es una condición menor, porque tiene la eficacia de introducir y preservar en la Escuela la frescura de lo joven, y que esa frescura airee y refresque en su circulación.
Podríamos entonces considerar a la vejez como otro de los escollos que el cartel ha de evitar. En la medida que hay grupos, equipos o como se quiera llamarlos, que continúan tal vez con un mero cambio de tema, saltean lo que serían las permutaciones. Entonces podríamos decir que no se renuevan y que así envejecen, o quizá caducan en algún momento pero, como el sr. Valdemar, siguen unidos y en pie pero sin vida.
Como el tiempo corre, también para este encuentro, brevemente paso a una tercera forma en la que podemos hablar del tiempo del cartel: el tiempo como el momento, el ahora. Como oportunidad, especialmente cuando los carteles actualmente vuelven a ser revalorizados y reciben nuestra atención no sólo a nivel de las escuelas, sino más allá, a nivel de la AMP.
Los focos iluminan ahora sus alternativas, vicisitudes, posibilidades, hallazgos. Desde La Plata el faro de las próximas Jornadas Naciones de Carteles, por ejemplo, está alumbrándonos, arremolinándonos y orientándonos.
Para quienes ya están embarcados, también para quienes todavía no pero quieran hacer la experiencia, estamos en un tiempo propicio para los carteles y sus encuentros, para dar cuenta de las travesías de los carteles rodeando y poniendo al trabajo los escollos y compartiendo los frutos.
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